por newzel » Lun 11 Nov 2013 10:03 pm
Voy a abrir el siguiente hilo con la finalidad exclusiva de recoger mis reflexsiones, aunque por supuesto, está abierto a que quien, considerándolo oportuno, pueda expresar sus inquietudes, reflexiones, desencantos o ideas. Y lo abro aquí por que ni quiero ni pretendo ser ningún obstáculo al movimiento organizado por diversos SJ en aras de dender nuestros derechos e intereses legítimos.
Vivimos una situación de crisis extraordinariamente compleja. De manera insistente se nos machaca, desde el Gobierno y los medios de comunicación, que se trata de una crisis económico-finanaciera. Y lo es,eso se puede negar. Pero también asistimos a una impresionante falta de valores que, en mi opinión, constituye el gérmen de toda esta lamentable situación.
El actual Gobierno (tutelado por Bruselas en el plano económico) está intentando frenar la crisis utilizando las dos vías existentes, según los sesudos economistas: subiendo los impuestos, y además, recortando servicios públicos. Lo normal es que se opte por una u otra vía, pero aquí en España, al igual que en Grecia, Portugal e Italia, se ha optado por ambas, supongo que con la creencia que de esa forma se saldrá antes de la crisis. No voy a explayarme acerca de las consecuencias que ello comporta en el plano macroeconómico y el micro, noi tampoco en la progresiva desaparición de las clases medias, porque supongo que todo el mundo tendrá formada su propia idea. Me interesa centrarme en las diferentes actuaciones adoptadas por colectivos sociales en particular.
Así, tenemos a colectivos de profesionales de diversa índole, funcionarios o no, tales como médicos, farmacéuticos, profesores, funcionarios de justicia, trabajadores por cuenta ajena, autónomos.... haciendo cada uno la guerra por su cuenta, reclamando el no recorte de prestaciones, pero sobre todo, defendiendo lo suyo. ¿Y qué han conseguido? Nada.
En un país globalizado, basado en una economía de mercado, los pilares sostenedores del mismo son entidades que han venido a denominarse "sistémicas". Y éstas son, entre otras, las entidades de crédito, las grandes empresas, y por supuesto los partidos políticos. La educación, la sanidad, el sistema de pensiones... son las prestaciones que se conceden a los ciudadanos como reflejo de un Estado Social para conseguir ese equilibrio de fuerzas entre poder constituido, y el cada vez menor, poder constituyente. ¿Qué significa realmente esto? Pues que un país como el nuestro puede sobrevivir perfectamente sin esas prestaciones sociales, pero no sin esas entidades sistémicas. Basta con que una sóla de esas entidades sistémicas quiebre, para que cunda el pánico y todo el sistema amenace con desmoronarse. ¿Cómo tapar esa agujero?. Pues optando por lo más sencillo: resocializar el riesgo sistémico, vía aumento de impuestos y recorte de prestaciones. Durante diez años se ha vivido de la subvención y del desmesurado aumento del gasto público, y a hora toca recortar. ¿Quiénes son los culpables?. Lo único que sé es que la clase media, y en concreto la funcionarial, no es culpable.
Por eso insisto en dos ideas básicas:
1.- La falta de valores. Siempre me he preguntado cómo es posible que los partidos políticos elijan como representantes en sus diversos ámbitos, local, provincial, autonómico y nacional, a personas desprovistas de carisma y empatía, sin escrúpulos y emborrachbles fácilmente de poder, demagogas y sin conocimiento de idiomas, que necesitan de decenas de asesores para terminar haciendo, en diversas ocasiones, espectáculos bochornosos, así como de medios de comunicación afines (en especial, los públicos que ellos mismos gestionan), que una y otra vez vociferan el mantra que el gobierno de turno desea escuchar, y que nos toman al común de los mortales como imbéciles, subvencionando a los que, en realidad, deberían ser grupos de presión popular (sindicatos y organizaciones empresariales) y sobre todo, controlar el único instrumento con que se les puede hacer frente, el sistema educativo.
2.- el egoísmo de toda la sociedad en particular, que podríamos traducir en la siguiente reflexión: "que cada palo aguante su vela". Aquí cada cual vela por lo suyo. todos cabreados pero en el fondo, si conseguimos las migajas que egoístamente pretendemos, asunto resuelto, que los demás ya se apañarán.
En otro hilo abogaba por una auténtica revolución, aludiendo a la revuelta del 68 y al happy flower. ¿Y por qué? Porque fueron manifestaciones espontáneas de gupos sociales muy heterogéneos (que manía con querer distinguir entre de derechas y de izquierdas) unidos por un sólo objetivo: reformas profundísimas del sistema que debían valorarse teniendo en cuenta el clamor de una sociedad cabreadísma. Recordad el inicio del 11-M. Hacía años que no había visto tanto temor en los partidos políticos. Estaban descolocados. Y los furibundos ataques de medios de comunicación, tachándolos poco menos de terroristas. La organización de ese movimiento fue un auténtico desastre, pero aun así, logró en sus inicios la simpatía de muchísima gente (ojo, recuerdo que fue antes de las últimas elecciones generales), incluyendo al siempre cabreadísimo Don Pini Pon (alias ARP). Por desgracia, entre políticos, perroflautas y antisistema se lo cargaron.
Ahí dejo la reflexión, y si veo que el hilo gusta, iré continuando
Voy a abrir el siguiente hilo con la finalidad exclusiva de recoger mis reflexsiones, aunque por supuesto, está abierto a que quien, considerándolo oportuno, pueda expresar sus inquietudes, reflexiones, desencantos o ideas. Y lo abro aquí por que ni quiero ni pretendo ser ningún obstáculo al movimiento organizado por diversos SJ en aras de dender nuestros derechos e intereses legítimos.
Vivimos una situación de crisis extraordinariamente compleja. De manera insistente se nos machaca, desde el Gobierno y los medios de comunicación, que se trata de una crisis económico-finanaciera. Y lo es,eso se puede negar. Pero también asistimos a una impresionante falta de valores que, en mi opinión, constituye el gérmen de toda esta lamentable situación.
El actual Gobierno (tutelado por Bruselas en el plano económico) está intentando frenar la crisis utilizando las dos vías existentes, según los sesudos economistas: subiendo los impuestos, y además, recortando servicios públicos. Lo normal es que se opte por una u otra vía, pero aquí en España, al igual que en Grecia, Portugal e Italia, se ha optado por ambas, supongo que con la creencia que de esa forma se saldrá antes de la crisis. No voy a explayarme acerca de las consecuencias que ello comporta en el plano macroeconómico y el micro, noi tampoco en la progresiva desaparición de las clases medias, porque supongo que todo el mundo tendrá formada su propia idea. Me interesa centrarme en las diferentes actuaciones adoptadas por colectivos sociales en particular.
Así, tenemos a colectivos de profesionales de diversa índole, funcionarios o no, tales como médicos, farmacéuticos, profesores, funcionarios de justicia, trabajadores por cuenta ajena, autónomos.... haciendo cada uno la guerra por su cuenta, reclamando el no recorte de prestaciones, pero sobre todo, defendiendo lo suyo. ¿Y qué han conseguido? Nada.
En un país globalizado, basado en una economía de mercado, los pilares sostenedores del mismo son entidades que han venido a denominarse "sistémicas". Y éstas son, entre otras, las entidades de crédito, las grandes empresas, y por supuesto los partidos políticos. La educación, la sanidad, el sistema de pensiones... son las prestaciones que se conceden a los ciudadanos como reflejo de un Estado Social para conseguir ese equilibrio de fuerzas entre poder constituido, y el cada vez menor, poder constituyente. ¿Qué significa realmente esto? Pues que un país como el nuestro puede sobrevivir perfectamente sin esas prestaciones sociales, pero no sin esas entidades sistémicas. Basta con que una sóla de esas entidades sistémicas quiebre, para que cunda el pánico y todo el sistema amenace con desmoronarse. ¿Cómo tapar esa agujero?. Pues optando por lo más sencillo: resocializar el riesgo sistémico, vía aumento de impuestos y recorte de prestaciones. Durante diez años se ha vivido de la subvención y del desmesurado aumento del gasto público, y a hora toca recortar. ¿Quiénes son los culpables?. Lo único que sé es que la clase media, y en concreto la funcionarial, no es culpable.
Por eso insisto en dos ideas básicas:
1.- La falta de valores. Siempre me he preguntado cómo es posible que los partidos políticos elijan como representantes en sus diversos ámbitos, local, provincial, autonómico y nacional, a personas desprovistas de carisma y empatía, sin escrúpulos y emborrachbles fácilmente de poder, demagogas y sin conocimiento de idiomas, que necesitan de decenas de asesores para terminar haciendo, en diversas ocasiones, espectáculos bochornosos, así como de medios de comunicación afines (en especial, los públicos que ellos mismos gestionan), que una y otra vez vociferan el mantra que el gobierno de turno desea escuchar, y que nos toman al común de los mortales como imbéciles, subvencionando a los que, en realidad, deberían ser grupos de presión popular (sindicatos y organizaciones empresariales) y sobre todo, controlar el único instrumento con que se les puede hacer frente, el sistema educativo.
2.- el egoísmo de toda la sociedad en particular, que podríamos traducir en la siguiente reflexión: "que cada palo aguante su vela". Aquí cada cual vela por lo suyo. todos cabreados pero en el fondo, si conseguimos las migajas que egoístamente pretendemos, asunto resuelto, que los demás ya se apañarán.
En otro hilo abogaba por una auténtica revolución, aludiendo a la revuelta del 68 y al happy flower. ¿Y por qué? Porque fueron manifestaciones espontáneas de gupos sociales muy heterogéneos (que manía con querer distinguir entre de derechas y de izquierdas) unidos por un sólo objetivo: reformas profundísimas del sistema que debían valorarse teniendo en cuenta el clamor de una sociedad cabreadísma. Recordad el inicio del 11-M. Hacía años que no había visto tanto temor en los partidos políticos. Estaban descolocados. Y los furibundos ataques de medios de comunicación, tachándolos poco menos de terroristas. La organización de ese movimiento fue un auténtico desastre, pero aun así, logró en sus inicios la simpatía de muchísima gente (ojo, recuerdo que fue antes de las últimas elecciones generales), incluyendo al siempre cabreadísimo Don Pini Pon (alias ARP). Por desgracia, entre políticos, perroflautas y antisistema se lo cargaron.
Ahí dejo la reflexión, y si veo que el hilo gusta, iré continuando