por condemorcete » Vie 25 Dic 2015 9:37 am
En España se vive una auténtica oclocracia, como bien se ha dicho, una forma degenerada de democracia.
Y esto es así porque la masa que vota no tiene preparación. España anda a la cola de Europa en los índices de comprensión de lectura, tenemos un sistema educativo nefasto, los profesores lo son por dinero no por vocación, y un sistema educativo deficiente es la puerta abierta para el oscurantismo, esto es: que las masas (ojo, los que votan) se mantengan alejadas del conocimiento.
Solo a través de la cultura podría desterrarse este mal de España: la oclocracia, que únicamente conoce una vacuna: la lectura.
Pero nunca se había leído tan poco (y tan mal, solo hay que ver las listas dede libros más vendidos) como ahora se lee en España.
La falta de respeto por el saber se extiende a todas las particularidades de la forma de ser española, que es de por sí inclinada a la vagancia, la indolencia y la molicie (la aliteración es buscada a propósito). He oído a profesores de Historia, de Geografía y ¡de Lengua! decir que no les gusta leer, que bastante leyeron para sacarse la carrera. Conozco a diplomados universitarios en fisioterapia que no saben dónde van las tildes, y cuando les he advertido del error me han contestado que las tildes "no tienen importancia". He visto rótulos de despachos de abogados redactados con faltas de ortografía. He visto esas mismas faltas de ortografía en sentencias dictadas por ¡magistrados de audiencias provinciales! Por no hablar de multitud de errores sintácticos, gramaticales y anacolutos de todo tipo observados en diligencias redactadas por secretarios, oficiales y auxiliares.
Todo ello, unido a una cultura del amiguismo, del cuñadismo y del nepotismo, ha llenado la administración española en particular de una manada de enchufados (lo siento: me gusta llamar a las cosas por su nombre, no soy amigo de los eufemismos) que, por supuesto, ofrecen un servicio atroz al ciudadano.
Es cierto, la estupidez humana no conoce límites, pero en España no es que no se le quiera poner fronteras a la memez, es que se potencia porque la clase dirigente está muy interesada en que las cosas sean así: solo la existencia de una masa de votantes alienados por la falta de información, por la incultura, por la televisión basura, la música de mala calidad, los libros de mínimo común denominador, etc, faculta para seguir donde están a los que dirigen este barco a la deriva que es España .
Un público inteligente, ilustrado, consciente de su situación en el mundo, un pueblo preparado para la democracia, en suma, sería un peligro para la clase gobernante. Por lo tanto, es obvio que esta clase (o “casta”, como se dice ahora) estará siempre muy interesada en que las cosas sigan así.
Un saludo y perdonen que sea tan pesimista el día de Navidad, pero el optimismo y la estupidez, como bien dice el director de cine Todd Solonz, están separados por una línea muy delgada, y no siempre quedan muy claros los límites entre uno (el optimismo) y la otra (la estupidez).
En España se vive una auténtica oclocracia, como bien se ha dicho, una forma degenerada de democracia.
Y esto es así porque la masa que vota no tiene preparación. España anda a la cola de Europa en los índices de comprensión de lectura, tenemos un sistema educativo nefasto, los profesores lo son por dinero no por vocación, y un sistema educativo deficiente es la puerta abierta para el oscurantismo, esto es: que las masas (ojo, los que votan) se mantengan alejadas del conocimiento.
Solo a través de la cultura podría desterrarse este mal de España: la oclocracia, que únicamente conoce una vacuna: la lectura.
Pero nunca se había leído tan poco (y tan mal, solo hay que ver las listas dede libros más vendidos) como ahora se lee en España.
La falta de respeto por el saber se extiende a todas las particularidades de la forma de ser española, que es de por sí inclinada a la vagancia, la indolencia y la molicie (la aliteración es buscada a propósito). He oído a profesores de Historia, de Geografía y ¡de Lengua! decir que no les gusta leer, que bastante leyeron para sacarse la carrera. Conozco a diplomados universitarios en fisioterapia que no saben dónde van las tildes, y cuando les he advertido del error me han contestado que las tildes "no tienen importancia". He visto rótulos de despachos de abogados redactados con faltas de ortografía. He visto esas mismas faltas de ortografía en sentencias dictadas por ¡magistrados de audiencias provinciales! Por no hablar de multitud de errores sintácticos, gramaticales y anacolutos de todo tipo observados en diligencias redactadas por secretarios, oficiales y auxiliares.
Todo ello, unido a una cultura del amiguismo, del cuñadismo y del nepotismo, ha llenado la administración española en particular de una manada de enchufados (lo siento: me gusta llamar a las cosas por su nombre, no soy amigo de los eufemismos) que, por supuesto, ofrecen un servicio atroz al ciudadano.
Es cierto, la estupidez humana no conoce límites, pero en España no es que no se le quiera poner fronteras a la memez, es que se potencia porque la clase dirigente está muy interesada en que las cosas sean así: solo la existencia de una masa de votantes alienados por la falta de información, por la incultura, por la televisión basura, la música de mala calidad, los libros de mínimo común denominador, etc, faculta para seguir donde están a los que dirigen este barco a la deriva que es España .
Un público inteligente, ilustrado, consciente de su situación en el mundo, un pueblo preparado para la democracia, en suma, sería un peligro para la clase gobernante. Por lo tanto, es obvio que esta clase (o “casta”, como se dice ahora) estará siempre muy interesada en que las cosas sigan así.
Un saludo y perdonen que sea tan pesimista el día de Navidad, pero el optimismo y la estupidez, como bien dice el director de cine Todd Solonz, están separados por una línea muy delgada, y no siempre quedan muy claros los límites entre uno (el optimismo) y la otra (la estupidez).