Aventuras de una sustituta novata-novatísima
Publicado: Lun 25 Abr 2016 3:22 pm
Hace mucho tiempo que os sigo en silencio y con cierta envidia por la labor que desempeñáis y que yo también soñé tantas veces con realizar. Aunque en mi caso solo se trataba de eso, de un sueño. La falta de tiempo y de confianza no me había permitido ni siquiera pensar en prepararme oposiciones. Pero aún así, yo seguía soñando con llegar a formar parte algún día del ahora denominado Letrados de la Administración de Justicia. Así que cuando se convocó la última bolsa me inscribí, aunque era muy consciente de que era prácticamente imposible que alguien como yo, que en su vida había trabajado en un juzgado y que aparte de la puntuación del expediente y del idioma pocos méritos más podía alegar, llegara a ser nombrada para un puesto así. Además, en mi caso se añadía un miedo más: mi discapacidad.
Aunque ha sido precisamente mi punto débil el que me ha abierto las puertas del juzgado por primera vez. Gracias al cupo de reserva obligatorio pude entrar en la lista definitiva, eso sí, en riguroso último número porque mis escasos puntitos no daban para más. Y, de esta manera, el sueño se alargó un poquito más. La última bolsa de interinos se convocó en 2014 y desde entonces, cada vez que me he enfrentado a un trabajo precario y misérrimo, me he acogido al sueño de ser llamada para trabajar como LAJ, aunque solo fuera un mes. Hasta que el sueño se cumplió.
A principios de año el Secretario Coordinador Provincial me llamó para cubrir una baja que, según me dijeron, iba a ser solo de un mes. Y yo, temblando de pies a cabeza, me armé de valor y dije que sí.
A partir de aquí seguramente vosotros seréis los únicos que entenderéis mi odisea. Solo os digo, para empezar, que la plaza que tuve que cubrir era la de un Juzgado Mixto con VIDO. Cuando el SCP me lo comentó, ya noté yo cierta suspicacia porque lo hizo de pasada, como quien no quiere la cosa. Pero yo, ante mi ignorancia e ilusión, no le di mayor importancia. Para más inri, en el juzgado estaban pasando una inspección del CGPJ esa misma semana y, tal y como me advirtieron, los funcionarios estaban nerviosos.
Así que allí me tenéis: con toda esa información, muerta de miedo y con el escaso conocimiento sobre las reglas básicas del buen LAJ que me impartió el SCP la misma mañana de mi nombramiento yendo a destajo a tomar posesión del que sería mi juzgado durante un mes.
Cuando llegué el panorama no podía ser más desolador: la inspección había sido durísima y estaban todos, funcionarios y Juez, con el ánimo por el suelo. Pero aún así, me acogieron y me han acompañado durante los casi dos meses que ha durado mi aventura como LAJ sustituta.
El despacho que me asignaron estaba atestado de expedientes que ni entendía ni sabía por dónde coger: que si recursos por resolver, que si ejecuciones hipotecarias, que si subastas, que si demandas pendientes de “minutar”... ¿Minutar? ¡¡¡¿Pero eso qué es?!!!
Pero lo peor estaba por llegar: como yo jamás había trabajado en Justicia, no tenía ni una sola clave de acceso. ¡Incluso para encender el ordenador tuve que usar la clave de una funcionaria durante más de tres semanas! Aunque para lo que podía hacer sin perfil creado en PNJ, SIRAJ, ARCONTE, etc. casi que no valía la pena ni que lo encendiera. Sin passwords ni perfiles estuve casi todo un mes, y cuando por fin empezaba a tener por la mano las aplicaciones básicas del día a día, me cayó la estadística encima. Ni qué decir tiene que tras más de dos semanas peleándome con ella, los números no cuadran y me sale un listado de errores gigante. Imaginaos cuán grande era mi desesperación que cuando llamé al CGPJ para pedir ayuda, me dijeron que si mi situación no fuera tan excepcional, me habrían colgado el teléfono.
Y peleándome con la estadística he estado estos días sin hacer apenas nada más. Hasta que el jueves pasado me di por vencida y pensé que, como la sustituta a la que sustituyo ya estaba al caer, lo mejor que podía hacer era intentar poner al día los mandamientos de pago y alguna anotación que se me había quedado atrasada.
Finalmente mi estancia ha durado casi dos meses. Dos meses en los que lo he pasado francamente mal y en los que también he disfrutado como una enana. Lo he pasado mal porque –aunque alguno pueda pensar que no porque he aceptado un trabajo para el cual no tenía experiencia–, soy una persona responsable, y saber que yo “aún” no cumplía con los estándares de calidad que se le supoenen a un LAJ me ha estado matando durante todo este tiempo. Y a fe de Dios que me he dejado el pellejo y todas las horas de sueño que he podido para compensar mi inexperiencia. Desde el primer día pedí ayuda a todo el mundo –a mí no se me caen los anillos por reconocer mis debilidades y, es más, creo que es la única manera de aprender– y debo decir que mi SCP me la ha brindado y me ha gestionado clases flash con otros LAJ para que me echaran un cable y me dieran algún consejo que me facilitara un poco el camino. Aunque a quien debo agradecer su paciencia es a una LAJ de otro de los Juzgados de la población que nunca ha tenido un no por respuesta cuando le he pedido ayuda y me ha acompañado, dentro de sus posibilidades, en mi aventura. Y también le estoy muy agradecida al Juez, que me ha enseñado a minutar como Dios manda, y a todos los funcionarios de la oficina, que si bien al principio se mostraron reacios y suspicaces conmigo –hoy he entendido por qué–, al final me han ayudado en todo lo que han podido y más.
Durante esta aventura he sufrido, he llorado y me he adelgazdo varios quilos –lo cual me ha venido estupendo para la operación biquini–, pero también he aprendido más Derecho que en toda la carrera, me he sentido parte de un equipo y, sí, he sacado el trabajo adelante muy dignamente y dentro de mis posibilidades, unas posibilidades que se han ido ensanchando paulatinamente a medida que ha ido creciendo mi autoestima y he dejado de verme como una persona limitada por su discapacidad para empezar a valorar lo que los que me rodean y me quieren bien me dicen desde hace tanto tiempo: que soy una persona superválida y que puedo con esto y más.
Y este cambio de perspectiva y mi autoestima reforzada a prueba de balas no lo va a cambiar la petarda a la que he estado sustituyendo y que se ha incorporado hoy, y que lo primero que ha hecho nada más llegar al despacho es remarcar que a ella el primer día que se incorporó ya le exigieron el 100% -¡cómo si lo hubiera dado!-, que toda la culpa del mal funcionamiento es de las funcionarias, que son unas vagas –cuando son un equipo estupendo y trabajador a las que ella ningunea y hace sentir como una
– y que, además, el juzgado había empezado a remontar justo antes de que ella se cogiera la baja... Esto último me lo ha dicho mientras repasaba con la mirada las montañas de expedientes que son SUYOS, porque ahí hay subastas pendientes de señalar desde junio del año pasado, entre otras muchas muestras de su buen hacer.
Aunque lo mejor ha sido que justo hoy, que ha sido mi último día, la señora se ha mostrado colaboradora y me ha explicado dónde guardaba ella algunos datos para su estadística –que, dicho sea de paso, es la mar de “creativa”–, o qué hace con determinada documentación de la que yo no tenía ni idea que ella se guardara una copia porque durante el tiempo que ha estado de baja jamás me ha contestado a uno solo de los emails que le he enviado haciéndole alguna pregunta. Es más, cuando me he intentado poner en contacto con ella, si le ha apetecido responder siempre lo ha hecho a través de la Secretaría de Coordinación. Como si yo fuera una apestada.
Y por eso hoy me he ido con mucha pena de mi primer –aunque espero que no último–, destino como LAJ sustituta. Con mucha pena porque me he tenido que marchar cuando estaba cogiendo soltura, y con pena porque voy a echar mucho de menos a la gente de la oficina y al Juez, que se han quedado con la ogro que los maltrata sin que nadie le pare los pies. Aunque gracias a esa ogro sé que ya nunca más me voy a menospreciar ni voy a tener miedo de que me rechacen por mi discapacidad, porque, aunque aún tengo que aprender a ser una muy buena LAJ, yo ya soy una gran persona, y eso no se compra.
Y no, no tengo abuela.
Gracias por leerme, ay, qué a gustito me he quedado...
Aunque ha sido precisamente mi punto débil el que me ha abierto las puertas del juzgado por primera vez. Gracias al cupo de reserva obligatorio pude entrar en la lista definitiva, eso sí, en riguroso último número porque mis escasos puntitos no daban para más. Y, de esta manera, el sueño se alargó un poquito más. La última bolsa de interinos se convocó en 2014 y desde entonces, cada vez que me he enfrentado a un trabajo precario y misérrimo, me he acogido al sueño de ser llamada para trabajar como LAJ, aunque solo fuera un mes. Hasta que el sueño se cumplió.
A principios de año el Secretario Coordinador Provincial me llamó para cubrir una baja que, según me dijeron, iba a ser solo de un mes. Y yo, temblando de pies a cabeza, me armé de valor y dije que sí.
A partir de aquí seguramente vosotros seréis los únicos que entenderéis mi odisea. Solo os digo, para empezar, que la plaza que tuve que cubrir era la de un Juzgado Mixto con VIDO. Cuando el SCP me lo comentó, ya noté yo cierta suspicacia porque lo hizo de pasada, como quien no quiere la cosa. Pero yo, ante mi ignorancia e ilusión, no le di mayor importancia. Para más inri, en el juzgado estaban pasando una inspección del CGPJ esa misma semana y, tal y como me advirtieron, los funcionarios estaban nerviosos.
Así que allí me tenéis: con toda esa información, muerta de miedo y con el escaso conocimiento sobre las reglas básicas del buen LAJ que me impartió el SCP la misma mañana de mi nombramiento yendo a destajo a tomar posesión del que sería mi juzgado durante un mes.
Cuando llegué el panorama no podía ser más desolador: la inspección había sido durísima y estaban todos, funcionarios y Juez, con el ánimo por el suelo. Pero aún así, me acogieron y me han acompañado durante los casi dos meses que ha durado mi aventura como LAJ sustituta.
El despacho que me asignaron estaba atestado de expedientes que ni entendía ni sabía por dónde coger: que si recursos por resolver, que si ejecuciones hipotecarias, que si subastas, que si demandas pendientes de “minutar”... ¿Minutar? ¡¡¡¿Pero eso qué es?!!!
Pero lo peor estaba por llegar: como yo jamás había trabajado en Justicia, no tenía ni una sola clave de acceso. ¡Incluso para encender el ordenador tuve que usar la clave de una funcionaria durante más de tres semanas! Aunque para lo que podía hacer sin perfil creado en PNJ, SIRAJ, ARCONTE, etc. casi que no valía la pena ni que lo encendiera. Sin passwords ni perfiles estuve casi todo un mes, y cuando por fin empezaba a tener por la mano las aplicaciones básicas del día a día, me cayó la estadística encima. Ni qué decir tiene que tras más de dos semanas peleándome con ella, los números no cuadran y me sale un listado de errores gigante. Imaginaos cuán grande era mi desesperación que cuando llamé al CGPJ para pedir ayuda, me dijeron que si mi situación no fuera tan excepcional, me habrían colgado el teléfono.
Y peleándome con la estadística he estado estos días sin hacer apenas nada más. Hasta que el jueves pasado me di por vencida y pensé que, como la sustituta a la que sustituyo ya estaba al caer, lo mejor que podía hacer era intentar poner al día los mandamientos de pago y alguna anotación que se me había quedado atrasada.
Finalmente mi estancia ha durado casi dos meses. Dos meses en los que lo he pasado francamente mal y en los que también he disfrutado como una enana. Lo he pasado mal porque –aunque alguno pueda pensar que no porque he aceptado un trabajo para el cual no tenía experiencia–, soy una persona responsable, y saber que yo “aún” no cumplía con los estándares de calidad que se le supoenen a un LAJ me ha estado matando durante todo este tiempo. Y a fe de Dios que me he dejado el pellejo y todas las horas de sueño que he podido para compensar mi inexperiencia. Desde el primer día pedí ayuda a todo el mundo –a mí no se me caen los anillos por reconocer mis debilidades y, es más, creo que es la única manera de aprender– y debo decir que mi SCP me la ha brindado y me ha gestionado clases flash con otros LAJ para que me echaran un cable y me dieran algún consejo que me facilitara un poco el camino. Aunque a quien debo agradecer su paciencia es a una LAJ de otro de los Juzgados de la población que nunca ha tenido un no por respuesta cuando le he pedido ayuda y me ha acompañado, dentro de sus posibilidades, en mi aventura. Y también le estoy muy agradecida al Juez, que me ha enseñado a minutar como Dios manda, y a todos los funcionarios de la oficina, que si bien al principio se mostraron reacios y suspicaces conmigo –hoy he entendido por qué–, al final me han ayudado en todo lo que han podido y más.
Durante esta aventura he sufrido, he llorado y me he adelgazdo varios quilos –lo cual me ha venido estupendo para la operación biquini–, pero también he aprendido más Derecho que en toda la carrera, me he sentido parte de un equipo y, sí, he sacado el trabajo adelante muy dignamente y dentro de mis posibilidades, unas posibilidades que se han ido ensanchando paulatinamente a medida que ha ido creciendo mi autoestima y he dejado de verme como una persona limitada por su discapacidad para empezar a valorar lo que los que me rodean y me quieren bien me dicen desde hace tanto tiempo: que soy una persona superválida y que puedo con esto y más.
Y este cambio de perspectiva y mi autoestima reforzada a prueba de balas no lo va a cambiar la petarda a la que he estado sustituyendo y que se ha incorporado hoy, y que lo primero que ha hecho nada más llegar al despacho es remarcar que a ella el primer día que se incorporó ya le exigieron el 100% -¡cómo si lo hubiera dado!-, que toda la culpa del mal funcionamiento es de las funcionarias, que son unas vagas –cuando son un equipo estupendo y trabajador a las que ella ningunea y hace sentir como una

Aunque lo mejor ha sido que justo hoy, que ha sido mi último día, la señora se ha mostrado colaboradora y me ha explicado dónde guardaba ella algunos datos para su estadística –que, dicho sea de paso, es la mar de “creativa”–, o qué hace con determinada documentación de la que yo no tenía ni idea que ella se guardara una copia porque durante el tiempo que ha estado de baja jamás me ha contestado a uno solo de los emails que le he enviado haciéndole alguna pregunta. Es más, cuando me he intentado poner en contacto con ella, si le ha apetecido responder siempre lo ha hecho a través de la Secretaría de Coordinación. Como si yo fuera una apestada.
Y por eso hoy me he ido con mucha pena de mi primer –aunque espero que no último–, destino como LAJ sustituta. Con mucha pena porque me he tenido que marchar cuando estaba cogiendo soltura, y con pena porque voy a echar mucho de menos a la gente de la oficina y al Juez, que se han quedado con la ogro que los maltrata sin que nadie le pare los pies. Aunque gracias a esa ogro sé que ya nunca más me voy a menospreciar ni voy a tener miedo de que me rechacen por mi discapacidad, porque, aunque aún tengo que aprender a ser una muy buena LAJ, yo ya soy una gran persona, y eso no se compra.
Y no, no tengo abuela.
Gracias por leerme, ay, qué a gustito me he quedado...