Vuelve el sindicato vertical de Franco
Publicado: Jue 27 Ene 2022 12:12 pm
El secretario de Estado ha declarado lo siguiente en El País de ayer: él está dispuesto a negociar con Ugt, Cocos, Csif y los demás sindicatos pero no con asociaciones profesionales que no representan al interés público y que son de naturaleza privada, y es algo que establece en la ley orgánica 1/2002 de 22 de marzo (https://elpais.com/espana/2022-01-26/un ... iones.html)
Nunca hasta ahora habíamos oído semejante desprecio al asociacionismo profesional. Es, en toda regla, una defensa de un sindicalismo vertical. Sólo reconoce a los sindicatos establecidos, los bendecidos por el régimen, con los que está aliado.
Es, por otra parte, una contradicción con las actuaciones de su propio gobierno: cuando trata cuestiones de Memoria Histórica, se reúne y negocia con asociaciones de memoria; cuando hace políticas Lgtbi lo hace con las asociaciones de este ramo, y en las últimas fechas la Ley de Vivienda nonnata ha sido negociada con el Sindicato de Inquilinas (que así se llama).
No le gustan, en cambio, nuestras asociaciones profesionales, porque no le le bailan el agua.
La importancia de estas declaraciones a El País deben remarcarse: es la primera vez en los últimos 30 años que el Ministerio de Justicia desprecia el asociacionismo profesional. Se funda además en una base jurídica de leguleyo. Viene a decir lo siguiente:
“Estamos dispuestos a fortalecer el marco de las relaciones laborales con los trabajadores públicos, pero siempre cumpliendo con la ley; es decir, con las representaciones sindicales con capacidad negociadora reconocida, pero no con asociaciones profesionales que no representan al interés público y que son de naturaleza privada, y es algo que establece en la ley orgánica 1/2002 de 22 de marzo [reguladora del derecho de asociación”
Recuerdo que los presupuestos del Estado, que incluye los presupuestos de Justicia, hace dos años se negociaron por un emisario del gobierno en la prisión donde estaba recluido un político catalán. ¿Tendremos que estar en prisión para que negocie con nuestras Asociaciones?
¿Y dónde está escrito sobre el mármol, en el texto constitucional, que los funcionarios deban negociar siempre bajo el paraguas de mesas en las que no están representados, porque la mayoría del censo sindical tiene intereses contrarios a los de un cuerpo determinado?
El sindicalismo vertical, el sindicato único que es una hidra con varias cabezas, está en nuevo en nuestra vida política y social. ¡Qué pena! Algunos decían que luchaban contra Franco pero al fin vuelve el monolitismo sindical, la imposición, la negación el otro, el prejuicio, la mentira, el desprecio al mérito y la capacidad. Se humilla a un Cuerpo y se le exige que pruebe que ahora, con las últimas reformas, que trabaja más, mientras todos los demás ganan más que nosotros y no tienen que probar nada. Nos dicen que salimos de las vistas y que eso nos liberó de trabajo y se quedan tan anchos, como si nuestra vida profesional fuera jauja y careciéramos de responsabilidad. Decirnos todo eso a nosotros, los pagafantas de la Justicia española, los que respondemos por todo, aquellos a quienes todos señalan con el dedo cuando hay un problema y a quienes ahora además nos quieren condenar al silencio, a taparnos la boca, a integrarnos en los sindicatos de clase porque ellos así lo imponen.
Nunca hasta ahora habíamos oído semejante desprecio al asociacionismo profesional. Es, en toda regla, una defensa de un sindicalismo vertical. Sólo reconoce a los sindicatos establecidos, los bendecidos por el régimen, con los que está aliado.
Es, por otra parte, una contradicción con las actuaciones de su propio gobierno: cuando trata cuestiones de Memoria Histórica, se reúne y negocia con asociaciones de memoria; cuando hace políticas Lgtbi lo hace con las asociaciones de este ramo, y en las últimas fechas la Ley de Vivienda nonnata ha sido negociada con el Sindicato de Inquilinas (que así se llama).
No le gustan, en cambio, nuestras asociaciones profesionales, porque no le le bailan el agua.
La importancia de estas declaraciones a El País deben remarcarse: es la primera vez en los últimos 30 años que el Ministerio de Justicia desprecia el asociacionismo profesional. Se funda además en una base jurídica de leguleyo. Viene a decir lo siguiente:
“Estamos dispuestos a fortalecer el marco de las relaciones laborales con los trabajadores públicos, pero siempre cumpliendo con la ley; es decir, con las representaciones sindicales con capacidad negociadora reconocida, pero no con asociaciones profesionales que no representan al interés público y que son de naturaleza privada, y es algo que establece en la ley orgánica 1/2002 de 22 de marzo [reguladora del derecho de asociación”
Recuerdo que los presupuestos del Estado, que incluye los presupuestos de Justicia, hace dos años se negociaron por un emisario del gobierno en la prisión donde estaba recluido un político catalán. ¿Tendremos que estar en prisión para que negocie con nuestras Asociaciones?
¿Y dónde está escrito sobre el mármol, en el texto constitucional, que los funcionarios deban negociar siempre bajo el paraguas de mesas en las que no están representados, porque la mayoría del censo sindical tiene intereses contrarios a los de un cuerpo determinado?
El sindicalismo vertical, el sindicato único que es una hidra con varias cabezas, está en nuevo en nuestra vida política y social. ¡Qué pena! Algunos decían que luchaban contra Franco pero al fin vuelve el monolitismo sindical, la imposición, la negación el otro, el prejuicio, la mentira, el desprecio al mérito y la capacidad. Se humilla a un Cuerpo y se le exige que pruebe que ahora, con las últimas reformas, que trabaja más, mientras todos los demás ganan más que nosotros y no tienen que probar nada. Nos dicen que salimos de las vistas y que eso nos liberó de trabajo y se quedan tan anchos, como si nuestra vida profesional fuera jauja y careciéramos de responsabilidad. Decirnos todo eso a nosotros, los pagafantas de la Justicia española, los que respondemos por todo, aquellos a quienes todos señalan con el dedo cuando hay un problema y a quienes ahora además nos quieren condenar al silencio, a taparnos la boca, a integrarnos en los sindicatos de clase porque ellos así lo imponen.