TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE. Por la Libertad de expresión.
Siempre viene bien recordar en estas páginas y en las que sean, esta producción de 1976 que acercaba a los perezosos a la lectura la gran epopeya protagonizada por el "Washington Post" y que se saldó con la dimisión de la del Presidente de los Estados Unidos. La labor de investigación de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, destapó no sólo la implicación de la Casablanca en un caso de espionaje en el Comité electoral de los demócratas (cuando el republicano Nixon ya tenía más que ganada la re-elección), sino que evidenció los intentos desesperados del Presidente por entorpecer la investigación judicial. Como comprenderán, esto gustó tan poco a los ciudadanos americanos, que desde entonces Nixon carga con el dudoso mérito de ser el único Presidente de los Estados Unidos que se ha visto obligado a dimitir.
Si Oliver Stone, años después, retrataría al Presidente, en su propia esfera íntima sufriendo el acoso de unos periodistas mucho más comprometidos con los valores de la democracia que con el pesebre gubernativo en su notable filme "Nixon", Alan J. Pakula se atrevió a contar la historia de los intrépidos reporteros tan sólo unos años después de que todo aquello pasara. Para ello se centró, como era lógico, en el libro que los mismos protagonistas escribieron sobre el "affair", y siguiendo la máxima de Hitchcock de que hay que poner una estrella en el reparto como sea, se hizo con los nombres de Dustin Hoffman, que un aire se le daba en el peinado a Bernstein, y con Robert Redford, que encarnaba a Woodward, quien nunca soñó con verse retratado tan guapo en la pantalla.
Como es evidente, la película entera, al igual que el hecho y el libro en el que se basa, es un monumento a la libertad de expresión. Refleja el convencimiento absoluto de que no hay democracia sin esa libertad, y no hay estado de derecho en el que los medios de comunicación no velen por el respeto a esa democracia. Para ello estructura una trama de investigación en la que se dan por hechas muchas cosas. Estoy segura que en el momento del estreno de este filme, todos sus espectadores americanos podían seguir a la perfección la trama. Hoy en día ya no lo tengo tan claro, y lo que es diáfano, es que los espectadores no americanos, ajenos al sistema electoral estadounidense, y a los vericuetos gubernativos y parlamentarios, se perderán en multitud de ocasiones.
Pero está claro que el objetivo de la película no es seguir con pelos y señales el desarrollo de la pesquisa, sino establecer aseveraciones claras que son traspasables a cualquier democracia occidental. En primer lugar, que el poder tiende corromperse, y por lo tanto a ocultar su corruptela. En segundo lugar, que siempre hay voluntarios para enfrentarse a aquellos que defienden el juego limpio aunque su fracaso sea el fracaso de todos. Y en tercer lugar, que una prensa amordazada, ya sea por coacción o por soborno es el principio del fin de cualquier democracia que se precie de serlo.
Muy en la línea de Alan J. Pakula, la película es sobria y austera, aunque no puede negar su manufactura de los años setenta. El guión de William Goldman, un clásico de la escritura cinematográfica, huye de las frases lapidarias para apoyar el valor moral de sus protagonistas en su comportamiento durante todo el metraje, aunque no rehuye el hecho de reflexionar, no sólo sobre las piedras angulares de la democracia, sino sobre los rasgos que caracterizan a un periodismo serio y de calidad. La interpretación está además a cargos de colosos, y uno de ellos, un mito de la belleza masculina, es además el productor, en una prueba de que no todos los rubios son tontos. Puede que Redford sea una excepción, que no lo creo, pero lo cierto es que su filmografía se caracteriza por películas comprometidas como "Todos los hombres del Presidente".
Una gran película muy indicada en los tiempos que corren. Recomendada para gente que lea periódicos de verdad.
http://www.laoffoffcritica.com/criticas/cr20061002.html
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http://youtu.be/JM75bLffRjI[/youtube]