por Alberto Martínez de Santos » Mar 10 Sep 2013 10:44 pm
No se cómo empezar y me da que el asunto dará para cachondeo, si alguno de los compañeros de tendedero (perdón, de escalafón) en el destino, le da por visitar este comentario. Y no es que estemos poniendo en riesgo la defensa nacional, pero casi.
Veamos. Uno, que dependiendo del escenario, es un bocas del calibre de un obús ruso en Berlín 1945, se jugó con dos Señoras y una Señorita la posibilidad de escribir una novela romántica y el resultado incierto de la apuesta (una de las Señoras y la Señorita apostaron a favor de la casa y contra el jugador, o sea, contra quien redacta) un vino bueno y una mala hora, determinaron el típico –“adelante con los faroles”; y que después de cuatro meses me haya leído cosas que en mi vida creía que se publicaban y , sobre todo, que pudieran caer en mis manos. No sé si esto tenía que escribirlo en otro orden, pero el caso es que mi libro electrónico echa humo.
Cuidado con las conclusiones erróneas, de intelectual tengo el cordón del zapato: ni Aristóteles, ni Kant aparecen por la mesilla de noche y, solo Quevedo lo hizo de cuando en cuando. Que no leyera antes a Nicholas Sparks, no significa que leyera mejores cosas; al contrario y de hecho, me parece un fenómeno.
No hablemos del cine norteamericano, británico y alguna francesa en versión original, porque junto a Casablanca (1942) y el Puente de Waterloo (la versión de 1940), que ya tenía en DVD; Dustin Hoffman y Emma Thompson están muy bien en Last Chance Harvey (2009) y del resto me quedo con pasajes. No cito cine español porque suelen salir dos tetas en la segunda imagen y ni les cuento en la tercera, con lo que ni me he molestado en beber de fuentes tan originales.
El caso es que después de los cuatro meses sigo como al principio. Parado. Peor aún, cangrejeando y a este gerundio hay que ponerle freno, porque mucha novela y mucho cine, pero al día de la fecha solo tengo claro dos personajes: el hombre y la mujer. Y como me niego a que dentro de un tiempo me vengan la Señora o la Señorita con esa sonrisa triunfadora que encubre un “ya te lo dijimos”, aprovecho estas líneas para despedirme de esta grata compañía porque a partir de ahora no creo que intervenga en el foro.
Me reconocerán que un hombre y una mujer en cuatro meses son escasísimo bagaje.
Gracias y hasta luego.
No se cómo empezar y me da que el asunto dará para cachondeo, si alguno de los compañeros de tendedero (perdón, de escalafón) en el destino, le da por visitar este comentario. Y no es que estemos poniendo en riesgo la defensa nacional, pero casi.
Veamos. Uno, que dependiendo del escenario, es un bocas del calibre de un obús ruso en Berlín 1945, se jugó con dos Señoras y una Señorita la posibilidad de escribir una novela romántica y el resultado incierto de la apuesta (una de las Señoras y la Señorita apostaron a favor de la casa y contra el jugador, o sea, contra quien redacta) un vino bueno y una mala hora, determinaron el típico –“adelante con los faroles”; y que después de cuatro meses me haya leído cosas que en mi vida creía que se publicaban y , sobre todo, que pudieran caer en mis manos. No sé si esto tenía que escribirlo en otro orden, pero el caso es que mi libro electrónico echa humo.
Cuidado con las conclusiones erróneas, de intelectual tengo el cordón del zapato: ni Aristóteles, ni Kant aparecen por la mesilla de noche y, solo Quevedo lo hizo de cuando en cuando. Que no leyera antes a Nicholas Sparks, no significa que leyera mejores cosas; al contrario y de hecho, me parece un fenómeno.
No hablemos del cine norteamericano, británico y alguna francesa en versión original, porque junto a Casablanca (1942) y el Puente de Waterloo (la versión de 1940), que ya tenía en DVD; Dustin Hoffman y Emma Thompson están muy bien en Last Chance Harvey (2009) y del resto me quedo con pasajes. No cito cine español porque suelen salir dos tetas en la segunda imagen y ni les cuento en la tercera, con lo que ni me he molestado en beber de fuentes tan originales.
El caso es que después de los cuatro meses sigo como al principio. Parado. Peor aún, cangrejeando y a este gerundio hay que ponerle freno, porque mucha novela y mucho cine, pero al día de la fecha solo tengo claro dos personajes: el hombre y la mujer. Y como me niego a que dentro de un tiempo me vengan la Señora o la Señorita con esa sonrisa triunfadora que encubre un “ya te lo dijimos”, aprovecho estas líneas para despedirme de esta grata compañía porque a partir de ahora no creo que intervenga en el foro.
Me reconocerán que un hombre y una mujer en cuatro meses son escasísimo bagaje.
Gracias y hasta luego.