TROYA: la película

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TROYA: la película

#1 Mensaje por Invitado »

La digitalización, entre otras muchas ventajas la posibilidad de hacerse gratuitamente con los discos de Teddy Bautista, sobre todo), ha supuesto una revolución cinematográfica en el aspecto de los efectos especiales. Lo que hace diez años era imposible, ahora resulta rutinario. Los enormes gastos en decorados, explosiones, acción de masas, etc., ahora han quedado considerablemente reducidos y, al mismo tiempo, con mejores resultados. A nadie se le escapa que uno de los géneros más beneficiados por esta revolución tecnológica es el de las películas de época. El filón lo abrió Gladiator y lo continuó, aunque a otro nivel, El Señor de los Anillos, y ahora Troya ahonda en lo mismo, como preludio de una serie de asociaciones entre el cine de Hollywood y la Historia que esperamos resulten fructíferas: por fin se acabó el cartón piedra y los ridículos trajes de colorines de las superproducciones de los años cincuenta.

Ahora bien, abordar la versión cinematográfica de la historia de Troya es, a nadie se le escapa, una cuestión peliaguda. En primer lugar, y fundamentalmente, porque es más bien poco lo que sabemos de la historia de esta ciudad. Troya fue un asentamiento, a la vista de los restos arqueológicos, extraordinariamente poderoso, cuyo valor residía en lo estratégico de su ubicación: en la orilla asiática del Helesponto, Troya podía exigir a cualquier barco que intentara pasar al Mar Negro jugosos aranceles. Y dado que los antiguos griegos vivían (al igual que ahora) en una tierra extraordinariamente pobre y carente de recursos agrícolas, no tuvieron más remedio que convertirse en grandes navegantes / comerciantes (también como ahora: recuerden a Aristóteles Onassis y al capitán del Prestige) que se dirigían, entre otros lugares, a las llanuras del Mar Negro (o sea, Ucrania), muy ricas en cereales. Troya se benefició de su ubicación estratégica (como más tarde lo haría Constantinopla) extorsionando a los griegos hasta que éstos se unieron, le declararon la guerra y la destruyeron.

Con esta pobre base histórica, es obvio que la mayor parte de la narración ha de confiarse a un guionista imaginativo. Y aún más si tenemos en cuenta que la principal fuente de que disponemos para acercarnos a la historia de la Guerra de Troya continúa siendo la Ilíada, el poema épico de Homero del siglo VIII a.c. que adquirió una nueva dimensión cuando a finales del siglo XIX Heinrich Schliemann logró encontrar Troya a partir de los datos geográficos proporcionados por la Ilíada.

¿Cuál es el problema? Que, desde entonces, por razones obvias la historia de Troya se encuentra indisolublemente unida a la historia narrada en la Ilíada (que, no lo olvidemos, es un poema épico con todo el chapapote de dioses, heroísmo, etc., y que había sido tradicionalmente considerado producto exclusivo de la imaginación de Homero porque justo después de la conquista de Troya toda Grecia, y en realidad casi todo el mundo civilizado, cae en una época de oscuridad por la acción de los misteriosos “Pueblos del Mar”, que talmente como si fueran zidanes y pavones a final de temporada lo dejaron todo totalmente arrasado) y, por tanto, el autor de cualquier obra de aspiraciones históricas no tiene más remedio que recurrir a ella.

¿Y por qué, insistimos, ha de ser esto un problema? Fundamentalmente porque, de la misma manera que ya hemos visto cómo es posible crear una buena película a partir de un libro infecto (El Señor de los Anillos), una de las principales verdades universales constata el peligro de construir una película infecta a partir de un gran libro. Una película comercial basada en la Ilíada sería un desastre. Imagínense la cara del espectador medio cuando apareciera Zeus en lo alto del Olimpo diciendo que por él, que los demás dioses hagan lo que quieran, que total el Hado ya ha decidido la indefectible destrucción de Troya: ¿y para eso pago una entrada? Por otro lado, no resulta particularmente interesante una escena de acción en la que, en repetidas ocasiones, el héroe en peligro es salvado in extremis por un dios. El recurso del “secundario de lujo de quien nadie ha oído hablar y que salva al héroe” ha quedado amortizado para el cine desde que se abusara lo indecible, de nuevo, en El Señor de los Anillos.

Además, el chapapote de personajes en tres e incluso cuatro planos (dioses, divididos a su vez en “dioses pro Troya” y “divinos hooligans aqueos”, y además la oposición Troya / aqueos en sí) convertiría la historia en un marasmo incomprensible. Por no hablar de la ingente cantidad de ancianitos venerables que habría que contratar para representar a los dioses, a Príamo, a Nestor, etc. Los parques geriátricos de Hollywood quedarían vacíos, y las compañías aseguradoras harían su agosto. También conviene recordar que la Ilíada únicamente narra un episodio de la Guerra de Troya, excluyendo tanto el principio como el final (aunque incluso el más histérico de los puristas convendrá en la necesidad de añadirle, a la Ilíada cinematográfica, un principio –el rapto de Helena- y un final – el jodío caballo de Troya- dignos de tal nombre).

Por último, ser más o menos fiel a la Ilíada tampoco tiene tanta importancia cuando es público y notorio que nadie en el mundo ha leído esta insigne epopeya salvo yo, y que todos aquellos que atesoran algún conocimiento sobre el particular lo han adquirido gracias a mi resumen de la Ilíada. En este sentido, la película, aunque cambie lo esencial de la historia, podría funcionar como un excelente complemento de mi reseña para aumentar el conocimiento de los clásicos entre el vulgo, e incluso animarles a leer la Ilíada (con el mismo resultado, por desgracia, que el de aquellos incautos que leyeron El Señor de los Anillos, aunque por motivos distintos).

Por tanto, los autores de la película toman desde el principio la valiente decisión de eliminar todo recurso sobrenatural en la historia. Los dioses aquí no aparecerán en ningún momento, y su presencia es más bien ausencia, un recurso para explicar, primero, su existencia como pretexto de éxitos y fracasos, y segundo, la conversión de la historia en mito a través de todo tipo de mecanismos. A partir de ahí, como es bastante lógico, la historia de Troya se aleja a marchas forzadas de la Ilíada, con momentos irritantes a veces pero, en general, mucho más cinematográficos (una opción vital que, por otro lado, ya se adoptaría en El Señor de los Anillos, con buenos resultados, y en Gladiator, en este último caso cambiando radicalmente el sentido de la historia: la muerte del emperador Cómodo no dio comienzo a una era de prosperidad y democracia en Roma, sino de caos, destrucción y crisis económica, con continuos cambios en el liderazgo asumido por caudillos militares). Veamos dichos cambios (si es que alguien ha logrado llegar hasta aquí):

- En la Ilíada Aquiles era un guerrero sobrehumano gracias a la invulnerabilidad proporcionada por la laguna Estigia. Aquí es, sencillamente, un peazo animal que suelta unas yoyah de impresión, es más, un tipo cuyo principal impulso vital parece ser dar yoyah a todo lo que se le pone por delante. En este sentido, no ha cambiado mucho el cariz del personaje (era un personaje divino caracterizado por repartir chapapote y es ahora un pedazo de bestia singularmente asociable a alguno de nuestros mitos contemporáneos, en particular el propio Cal.loh, y que sigue repartiendo chapapote como lo haría Cal.loh y como lo hace el Aquiles de la Ilíada). Al igual que Cal.loh, Aquiles también quiere entrar en la historia, y como entonces no había Gran Hermano la manera más eficaz de hacerlo era soltar yoyah sin cámaras delante pero con rapsodas igual de manipuladores dispuestos a narrar grandes fazañas. La principal diferencia estriba en que la notoria metrosexualidad de Aquiles en la Ilíada es disfrazada aquí de una “bella amistad” con Patroclo. Patroclo, por otra parte, sigue siendo un niñato insoportable, y su trágico final a manos de Héctor nos llena de felicidad a todos. El cabreo de Aquiles ante su muerte no se produce, como en la Ilíada, por la pulsión sexual, sino por una velada pulsión metrosexual disfrazada por una historieta de amor de Aquiles con Briseida (Briseida en la Ilíada es un personaje secundario cuyo leit motiv es provocar el enfrentamiento entre Aquiles y Agamenón, mientras que aquí será uno de los hilos conductores de la película).

- La sobresaturación de héroes (sobre todo en el campo griego) queda aquí considerablemente minimizada: sólo tenemos constancia de Ulises, el "Cadena SER" de la Edad Antigua, manipulando a su antojo, de Ayax (que suelta unas yoyah también “que no veas” y muere a manos de Héctor, a diferencia de lo ocurrido en la Ilíada, donde el enfrentamiento acaba sin tragedias que lamentar gracias, como siempre, a la intervención divina), de Néstor y, naturalmente, de Agamenón, rey de Micenas y líder de la Coalición Humanitaria, y Menelao, rey de Esparta.

- Es justamente con estos dos últimos personajes con los que la historia presenta, a mi juicio, mayor (y más ramplona) diferencia respecto de la Ilíada. Porque, al igual que en la Ilíada, tenemos aquí un enfrentamiento entre Menelao y Paris, en el que también Menelao tiene las de ganar hasta que, en la Ilíada, de nuevo los dioses dan carpetazo al asunto, y en la película, el propio Héctor ejerce de Dios momentáneo al modo humano asesinando a Menelao a traición (en la Ilíada Menelao vuelve tranquilamente a Esparta con Helena y, lo más importante, con su tesoro convenientemente acrecentado). Por si la muerte de Menelao no desdibujara lo suficiente al personaje, encima nos lo sacan al principio de la película disfrutando de una fiestecilla en su palacio con sus invitados troyanos. Conviene recordar que Menelao era rey de Esparta. En este contexto, una fiesta espartana como Dios manda ofrecería a lo sumo agua del grifo, una oliva por comensal, una cinta de Enrique Iglesias y, como fin de fiesta, un par de niños despeñados por un barranco y a dormir en el duro suelo. Sin embargo, aquí Menelao hace alarde de generosidad, un festival regado con concubinas, buen vino, alimentación abundante, promiscuidad, … Una vergüenza (también es verdad que en ese momento Esparta no ha caído aún en manos de los dorios, que serán quienes desarrollen las características espartanas anteriormente mentadas, y de hecho podría argumentarse que fue justamente la molicie y dejación aqueas las que provocarían la caída de Grecia a manos de los dorios y, en particular, de Esparta, pero aún así la cosa no tiene nombre).

- En cuanto a Agamenón, la Ilíada presenta a un tipo prepotente, enfrentado de continuo con Aquiles y con otros reyezuelos – héroes por un quítame allá este orgullo, mientras que aquí es un siniestro conquistador ávido de poder. Probablemente, hay que decirlo, la versión Agamenón de la película se ajuste bastante más a la realidad, sin que ello tenga nada de malo. ¿Acaso alguien cree que el hombre va a movilizar 50.000 hombres para recuperar a la esposa de su hermano? ¿Qué es esto, la retransmisión de un documental sobre Letizia Ortiz en Antena 3? El problema es que es muy fácil ignorar la extraordinaria valía de Agamenón como organizador de coaliciones, perpetrador de imperios y líder nato, convirtiéndolo en “el malo” por una equivocada lectura de lo que sólo es firmeza frente al terrorismo de la época. Tan malo es el hombre que, en un final totalmente lisérgico, Briseida da muerte a Agamenón. Tal cual. Con un par de huevos.

- El personaje más fiel al original resulta ser Héctor, y también el más interesante, el que consigue en mayor medida la empatía del espectador (como, por otro lado, también ocurre en la Ilíada, al menos en mi caso -es decir, en el caso de todos aquéllos que han leído la Ilíada, como espero que les haya quedado claro a estas alturas-, pues yo siempre consideré a los troyanos "los buenos"). Téngase en cuenta que Héctor es un tipo juicioso arrastrado a una guerra absurda por culpa del metrosexual de su hermano Paris (que nos es presentado como un pusilánime incapaz de enfrentarse a sus decisiones, siempre acurrucado bajo las faldas de las mujeres y buscando la protección de su hermano. En este contexto, no cabe extrañar que Paris sea impecablemente interpretado por “Legolas”) y también del carcamal de su padre, Príamo, rey de Troya. Unos y otros adoptan decisiones equivocadas que le obligan a Héctor a dirigirse al abismo de la guerra, enfrentándose a un enemigo muy superior y, al final, a su muerte, eso sí, honrosa (uno de los momentos más ridículos de la película se produce cuando Aquiles, tras matar a Héctor, lo ata a su carro y se lo lleva en plan chulopiscinas pasando por delante de las murallas de Troya; rídiculo justamente por fiel en este caso a la Ilíada, porque ya me dirán Ustedes si en una tesitura así no se imponía un vendaval de flechas sobre el chulopiscinas en cuestión). La sucesión de marrones que se come Héctor hasta su muerte es tal que no resulta extraño que cuando, al final de la película, Paris le da la espada de la familia a Eneas (que aquí es representado como un chaval, a diferencia del semidiós de la Ilíada), diciéndole algo así como “aquí reside toda la historia de Troya, toda la historia de nuestra familia. Encárgate de mantener la luz de Troya”, el tío ponga cara de aprensión. Imagínense a un loco que les suelta este rollo mientras les amenaza con una espada herrumbrosa, al tiempo que les viene a decir “chavalote, a partir de ahora el marrón de Héctor te lo vas a comer tú”.

- Al final, la película pasa olímpicamente de toda asociación con la Ilíada salvo en lo que concierne a la destrucción de Troya (que la destruyen, y bien destruida). No sólo porque Agamenón muera en Troya, sino porque también lo hace Aquiles, víctima de las flechas de Paris (y Aquiles, en efecto, muere víctima de las flechas de Paris, pero en un momento anterior a la conquista de Troya), la primera de ellas, y la única que no se arranca nuestro Cal.loh, en el talón (con lo cual, nos vienen a decir los autores de la película, de ahí viene todo el rollo mítico del “talón de Aquiles”, o los momentos de momentánea ternura “hasme un colacao” de los tipos más endurecidos). Al final muere hasta el apuntador, y sólo queda Ulises para incinerar a Aquiles en los momentos previos a pasar veinte años de vacaciones por el Egeo.

- Sin embargo, subyace una duda. Hemos quedado en que Troya renuncia explícitamente a los dioses y a lo sobrenatural. El heroísmo se inscribe en unos parámetros exclusivamente humanos. Y de ser así, ¿cómo es posible que un solo hombre, Aquiles, a lo sumo acompañado de cincuenta pringaos, sea tan importante para la buena marcha de un Ejército de 50.000 hombres? La respuesta se encuentra en la propia película, y además excede el escenario troyano para ofrecernos la clave de la Historia de las migraciones humanas desde sus inicios, que se complementó, hasta que España dejó las cosas claras y civilizó definitivamente el mundo (primero en Europa y América, y más tarde en Irak), con un continuo flujo y reflujo de migraciones de bárbaros – destrucción de las civilizaciones – los bárbaros se civilizan y son sometidos a su vez por más bárbaros. Echando un somero vistazo a las tropas griegas y troyanas uno se encuentra frente a frente con individuos subdesarrollados de metro cuarenta, tez morena y ademanes afeminados. Es decir, tanto el Ejército griego como el troyano están compuestos por mercenarios aztecas. Y por si esto fuera poco, los mercenarios aztecas van pertrechados con llamas andinas que constituyen su principal medio de transporte. Con un par, de nuevo. No resulta extraño que Aquiles fuera tan importante. A fin de cuentas, Aquiles y los suyos constituyen el grueso del ejército tercermundista de Agamenón. Y, al igual que haría Hernán Cortés 2700 años más tarde, con un grupillo de hombres de pelo en pecho resulta extraordinariamente sencillo someter a oleadas y oleadas y oleadas de bárbaros precolombinos. No conviene olvidar, y grandes películas como Troya nos lo recuerdan periódicamente, las lecciones de la Historia, ni el auténtico valor del cine como espectáculo.

Porque justamente eso ofrece Troya. Puro espectáculo, con una perspectiva bastante original de la Historia (y del mito integrado en la historia) de Troya, y con inevitables concesiones a la galería que pueden histerizar a los puristas pero que, al menos en mi opinión, no superan la frontera de lo admisible. A fin de cuentas, más mérito tiene acercar Troya al gran público que ofrecerle el enésimo folklore patriótico, y mucho más eficaz resultará si el acercamiento es consciente de las limitaciones del medio y su industria. La idea de que la alta cultura no ha de relativizarse bajo ninguna circunstancia siempre ha sido absurda, porque acaba convirtiéndola en inaccesible.

Guillermo López (Valencia)

Invitado

#2 Mensaje por Invitado »

No me ha gustado la afirmación, gratuita, de que nadie ha leído la Iliada. Yerras, Como lo hizo Paris en el rapto de Helena. No solo la Iliada, sino toda la clásica ha sido sobradamente leída por un simple bachiller como yo y por otros muchos más con mas ciencia y título de los que poseo.

Primero de niño, en la Editorial Araluce (como todos) y despues, ya de Zagal, las traducciones íntegras modernamente realizadas. Y no faltan - son muchos - los que han en V.O., como si de una película americana se tratara, leído Odisea e Iliada. Hace muchos años que leí a los clásicos y quizás fui de los primeros que se tragó al Tolkien ese, no veo cine pero tengo que agradecer que a través del séptimo arte he tomado contacto con el mago de los magos (Sí, sorpréndete, el Sr. Harry Potter ) cuyas historias me han hecho treinta años mas joven con ese derroche de fantasía y esos curiosos personajes que despreciados por los doctores en literatura han abierto una brecha de genialidad en la literatura moderna. El cine histórico, como la novela lo último que pretenden es eso, ser históricos. Son cine o novela que encuentran en la historia un soporte sobre el que plantar una obra de arte. Nadie estudia Roma a través de Robert Graves ni se estudia la conquista del Oeste por las películas. La historia se estudia en los libros de historia . El cine es cine y la novela es novela.

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LUISMOR
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Re: TROYA: la película

#3 Mensaje por LUISMOR »

Yo también tuve la suerte de tener un profesor en mis ya casi olvidados 13-14 años que me facilitó leer la Iliada y la Odisea, aunque tengo que reconocer que tu amena exposición me ha abierto el deseo de ver la película. Saludos

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Carlos Valiña
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#4 Mensaje por Carlos Valiña »

Interesante exposición, con algún matiz criticable como ya ha hecho otro contertulio pero en general interesante.

El debate sobre la novela y el cine, y sobre si se debe ser fiel a la misma o irse por otro lado, es un largo debate y no creo que se cierre nunca. Tenemos libros que pierden al convertirse en pelicula, por ejemplo la mayoria de las versiones de los tres mosqueteros, libros que incluso ganan con el cine, como los Santos Inocentes y peliculas ceñidas al libro que igual el nivel de este por ejemplo harry potter.

Ahora bien, aunque yo no he visto esa pelicula, ni creo que la vea hasta dentro de varios años, a mi me parece que las obras clasicas rara vez ganan con las modificaciones parciales, es decir cuando la modificacion es total y a partir de la idea se construye algo diferente, por ejemplo la linea de sombra de Conrad y Apocalypse Now, la pelicula puede ser considerada muy superior al libro, pero es que en realidad la pelicula no esta basada en el libro, sino en una idea del libro. Algo parecido podria decirse de Alien y Nostromo tambien de Conrad.

Cuando la obra original es menos conocida, por ejemplo, no muchos han leido el Tarzan de Burroughs, es mas facil que el Tarzan del primer Weismuller suplante al libro y en el imaginario de muchos se convierta en el verdadero Tarzan, de manera que se encuentren incomodos ante la version de Tarzan en la pelicula Greystoke, mas proxima al original literario, pero tambien con muchas licencias.

Pero cuando la obra que se lleva al cine es un clasico clasico clasico, la gente mas o menos sabe lo que hay en el libro, y eso debe respetarse en lo esencial o hacerse todo nuevo. Dicen que la Guerra de las Galaxias es una pelicula del oeste llevada al espacio, pero como eso no se nota parece nueva y gusta. En realidad todo es viejo pero todo parece nuevo.

Ahora bien si se hace una pelicula sobre Marco Antonio y Cleopatra, lo que no se puede hacer es poner a Marco Antonio de homosexual, o convertirlo en amigo intimo de Octavio y enemigo de Cleopatra. Como no se pueden hacer cinco mosqueteros en la pelicula, ni sustituir los herretes de la reina, por los herretes de madame de Chevreuse.

Esto nos lleva por fin al ema de Troya. En la historia de Troya, la supresion de la intervencoin de los dioses, constituye a mi juicio la supresion de un elemento absolutamente clave, en la historia. Para que dicha supresion pueda hacerse es necesario que Troya pase a llamarse Aldebaran, que la historia se ambiente en Ruritania, y que Ulisses se llame Kovacevik o Rasmussen o Martinez.

Es decir, o tomas la idea basica, la mujer que se fuga con el invitado, la venganza el ejercito, el sitio, el combate al pie de las murallas, el caballo que debera ser otro truco, la destruccion y la huida del replicante de Eneas que fundara un imperio que se vengara conquistando Grecia, en este caso Borduria, o te limitas a respetar la idea basica original y usar trucos de cine para agilizar la narracion, como el hueso de kubrik que se convierte en nave espacial.

Yo creo que no se puede entender Troya sin el concepto del heroe griego, de un Aquiles invencible, y al mismo tiempo humano en un talon, de un Hector o de un Paris que cuentan con la proteccion de unos u otros Dioses, porque el eje de la Iliada es tambien el paso de ese mundo de heroes y dioses a uno exclusivamente humano, donde al final es una argucia de un humilde mortal (ulisses) la que decide una larga guerra que los Dioses de uno y otro lado no pudieron decidir a su favor.

Hoy hay trucos de cine suficientes como para no haber tenido que renunciar a ese elemento clave. Y ese elemento no solo es clave en el argumento de la pelicula sino en la perspectiva con que se enfrentan a las situaciones los personales, son personajes que temen a los dioses, que saben que los hechos de armas no se deciden solo por su habilidad o su fuerza, al quitar a los Dioses de la pelicula, todo se desmitifica, es como si cogemos la pasion de Cristo y pretendemos presentar la pelicula como que Jesucristo era un hombre, un filosofo que queria vender una idea y le costo la vida el intento pero sostuvo sus ideas hasta el final. Algo grave fallaria en esa pelicula.

No se puede hacer una pelicula humanizando a los dioses y que salga bien y no se puede hacer una pelicula humanizando a los heroes y que salga bien.

Por tanto y de partida me parece un error de guion y lo probable es que el producto final lo pague muy caro. Alla veremos que nos cuentan los foreros que la hayan visto.

Un saludo a todo el foro.
Carlos Valiña. Juzgado de Menores de Santander. 942-248111
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Invitado

#5 Mensaje por Invitado »

Pues yo hablo de la peor escena que he visto nunca (hace tiempo):

Misión: Imposible 2

Esta película mantiene un ritmo de coherencia enormemente sólido a lo largo del metraje: es mala de principio a fin. La gracia de la película consiste en adivinar qué nueva fantasmada va a hacer Tom Cruise para deleitar al incrédulo espectador. Sin embargo, la escena seleccionada es la famosa que todos saben y que no corresponde a ninguna de las secuencias de acción, sino a la única que contiene, por decirlo de alguna manera, trasfondo cultural.

El comienzo de la película transcurre en España, concretamente en la bella ciudad de Sevilla. Cruise se dirige a una reunión con su jefe paseando por las calles de Sevilla, en las que tiene lugar una procesión de Semana Santa. ¡Pero vaya procesión! Varias falleras se sitúan al frente de la misma tirando flores y saludando a la afición con el hierático estilo de las falleras mayores, al tiempo que los costaleros (vestidos, más o menos, como en las fiestas de San Fermín) cargan con unos pasos de Semana Santa que son incinerados poco a poco por las llamas. Este peculiar ejercicio de sincretismo (Fallas + Semana Santa + San Fermín) tan propio de los yanquis, amigos del folklore de los países raros, como Ustedes comprenderán, es saludado por expresiones de asombro y carcajadas del público español sólo comparables con las reacciones (generalmente, de hilaridad) suscitadas ante las mencionadas escenas de acción. Pero por si uno no tiene bastante, tiene dudas sobre el propósito de esta escena, y se hubiera hecho ilusiones pensando que "en realidad, esto es un fallo de vestuario, o de diseño de producción, no pueden ser tan burros, no puede estar en el guión", a continuación Cruise se reúne con su jefe, supuestamente un hombre culto y viajado que las ha visto de todos los colores, acostumbrado a mezclarse con los lugareños y mimetizar sus costumbres, el cual hace el siguiente comentario de calidad: "Extraña cultura, ¿no cree? Veneran a sus santos quemándolos".

Sin comentarios.

Invitado

#6 Mensaje por Invitado »

PERDON, NO SE QUE PASA, PERO ENTRARON 3 MENSAJES.
SI EL ADMINISTRADOR LO ESTIMA, DEBERÍA QUITAR LOS DOS QUE SOBRAN.

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Carlos Valiña
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#7 Mensaje por Carlos Valiña »

Nuestro ultimo invitado introduce otro debate, en este caso el de los lamentables errores del cine americano cuando del tratamiento de la historia se trata. Recuerdo en efecto esa pelicula, una de las pocas que he visto en el cine, y como me parecio lamentable el cacao mental del guionista, por mas que esto sea habitual no solo en las peliculas americanas de romanos, o de cruzadas, sino incluso en muchas peliculas del oeste.

Sin embargo desde la perpectiva a la que yo me referia, las alteraciones de la historia, son bastante llevaderas cuando no afectan a la estructura basica de la narracion, o cuando afectan a episodios historicos desconocidos: Si los expectadores ven una superproduccion sobre la batalla de port arthur probablemente saldrian mas felices si ven una victoria de la flota rusa sobre la japonesa, que si ven lo que realmente sucedio.

Por este motivo que los caballeros medievales, aparezcan con armaduras que mueven como si pesaran 30 kilos menos de los que pesaban, o con unos modales refinados totalmente ajenos a la epoca, es algo asumible por el espectador. Por ejemplo el cid con charlton heston y sofia loren.

Pero lo que es indigerible es la alteracion de los elementos esenciales que son mas o menos conocidos por una parte importante de la Sala. Colon no puede ir con dos carabelas. Por eso creo que si tuviera que elegir cual es la peor pelicula, probablemente decidiria que Troya es peor que Mision Imposible, porque, salvo esa charlotada inicial, es justo lo que esperas que sea, un producto de evasion, capaz de arrancarte dos semisonrisas, aburrirte un poco, sorprenderte por algun efecto especial y poco mas, de hecho a mi lo que mas me gusta de la peli, es cuando aparece en escena el jefe del cruise. Sin embargo Troya, sin Atenea, Marte y demas, y con unos heroes que se creen humanos, y no sometidos a la accion directa de los Diosos, no es lo mismo o no puede serlo.
Carlos Valiña. Juzgado de Menores de Santander. 942-248111
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